Mientras bajábamos
al garaje de la casa de Sara mi mente le daba vueltas a un pensamiento: lo
único que quería era saber la verdad de lo que le había pasado a mi hermana.
Por suerte tenía el presentimiento de que sabía qué era lo que debía hacer a
continuación.
Cuando nos metimos en el coche, me fijé
en que tenía navegador y respiré tranquila porque así ya sabría cómo ir a la
dirección que tenía apuntada. Me senté en el asiento del conductor aunque por
las caras que ponía mi acompañante, intuí que esa no debía de ser una buena
idea por lo que enseguida le cedí mi asiento y me limité a meter en el
navegador la calle a la que quería que me llevase el coche a la vez que rezaba
para que esa dirección fuese real.
Aunque no tenía ganas de hablar le
conté a Sara todo lo que me había pasado en Nueva York, si le hablé de todos
mis problemas y preocupaciones fue por el simple hecho de que así sabía que no
le daría vueltas a la situación que estaba viviendo y me distraería un rato de
lo que pensaba que me podría deparar el futuro. Sara se limitaba a escucharme y
la verdad es que eso me reconfortaba ya que en ese momento no me sentía con
fuerzas para contestar a preguntas que me hiciesen sentir incómoda como por
ejemplo si seguía queriendo a Nick como pareja o, simplemente, estaba a su lado
porque esa era la manera de no sentirme sola, de compartir mi vida con alguien.
Sabía perfectamente que Sara no me hacía esa pregunta no por no hacerme sentir incómoda
sino más bien porque se temía mi respuesta y porque sabía que ese asunto lo
debía de resolver yo sola, sin ayuda de nadie.
Justo cuando ya había terminado de contarle todos mis
problemas a mi amiga y ya había conseguido olvidarme de a dónde íbamos y por
qué, noté cómo se paraba el coche.
-Está bien, ya
hemos llegado. Ahora ya me puedes contar qué hacemos aquí.-Dijo Sara con una
mirada seria que yo casi no conocía.
-Vale, lo
haré.-Dije mientras soltaba un gran suspiro.-Pero será cuando salga del lugar
que se esconde detrás de esta dirección.-Dije a la vez que señalaba el nombre
que aparecía en el navegador.
-Acabemos lo antes
posible.-Dijo a la vez que abría la
puerta del coche y salía al exterior.
Nos dirigimos hacia la dirección que
encontré apuntada en la nota que estaba en la habitación de mi hermana, en el
hospital. Tuvimos que andar durante un minuto que se me hizo eterno hasta
llegar al lugar indicado.
-¿Me has
preocupado tanto para venir a una librería?-Preguntó Sara algo enfadada.
-Yo.., es que era
la librería favorita de mi hermana y había pensado comprarle un regalo para
dárselo cuando despertase, si es que algún día se despierta.-Comenté tratando
de disculparme. Le estaba mintiendo a Sara, sí. Nunca había estado en esa
librería pero quería entrar y sabía que sólo me dejaría hacerlo si le ponía una
disculpa lo suficientemente creíble.
-Ah, yo…, lo
siento mucho…, no sabía que…
-No pasa nada, sé
que no lo hacías con mala intención, ¿podemos entrar?
-Sí, por supuesto.
Cuando entramos me fijé en cómo estaba
decorado el pequeño local. Había cuadros por todas partes y estanterías llenas
de libros que parecían tratarse de viejas obras de arte. Mientras lo observaba
todo con gran interés para que no se me escapase ni el más mínimo detalle, a mi
cabeza se me vino el pensamiento de que ese no era el tipo de local que solía
frecuentar mi hermana y la idea de que ahora sí que me parecía que la nota que
había encontrado no había sido más que una simple broma de mal gusto. Decidí dar
una vuelta por la librería para comprar un libro y así hacer que mi pequeña
mentira pareciese real. Conseguí deshacerme fácilmente de Sara diciéndole que
me esperase fuera porque necesitaba estar sola un rato y, de esta manera, poder
dirigirme al mostrador para tratar de conseguir averiguar algo, si es que había
algo que averiguar.
-¿Desea que le
ayude en algo?-Me dijo una amble señora.
-Pues, sí la
verdad. Creo que mi hermana se vino el otro día a dormir a casa de una amiga y,
de paso, encargó un libro que se tenía que leer para un trabajo o algo así,
pero es un poco despistada y no está segura de si lo encargó en esta librería o
en una que está más cerca de la casa de su amiga.-Dije mientras mi cabeza
pensaba por qué me había inventado esa pequeña historia.
-Está bien, dígame
el nombre de su hermana.-Dijo la amable señora mientras cogía una libretita en
la que debía apuntar los libros que le encargaban sus clientes.
-Sí, por supuesto,
se llama Bianca.
-Sí, aquí hay una
tal Bianca. ¿Me podría decir el número de teléfono de su hermana para verificar
que es la misma persona?
-Sí, por supuesto. Un momento.-Dije un poco nerviosa a la vez que cogía mi teléfono y le mostraba
el número que aparecía en la pantalla.-¿Es su número de teléfono?
-Pues me temo que
no.-Dijo la señora con un aire triste.
Me disponía a dar la vuelta cuando se
me ocurrió una idea un tanto descabellada pero que podía dar resultado, así que
rápidamente me di cuenta de que no tenía nada que perder por intentarlo pero sí
mucho que ganar, por lo que seguí con la mentira que me había inventado.
-¡Pero qué tonta
soy! Disculpe que la vuelva a molestar pero es que mi hermana ha cambiado de
teléfono y seguramente pensaba que le irían a cambiar su número de teléfono por
lo que ha decidido darle el de su novio. ¿Me haría el favor de mirar si
coincide con este número de teléfono?-Le pregunté a la vez que le volvía a
enseñar la pantalla de mi móvil.
-Sí, es el mismo
número.-Dijo la señora un poco aliviada.-Menuda preocupación me has quitado de
encima, niña. Pensé que tu hermana no se iba a dignar a aparecer y eso que ayer
me llamó su novio diciéndome que vendría a recoger el encargo en cualquier
momento, bueno la verdad es que porque me has dicho tú que era su novio que si
no…,¡pensaba que era una broma o algo parecido!-Le debía de estar mirando con
una cara un poco rara porque enseguida soltó una disculpa.-Quiero decir,
entiéndeme. Que te venga una chica hace dos semanas a encargar un libro y que
no aparezca y luego que me llame un chico con el número que me había dado ella
como suyo y que me diga que dentro de poco iría alguien a recoger un libro, no
me dirás que no suena un poco a película.
-Sí, la verdad es
que yo tampoco me lo termino muy bien de creer. Pero mi hermana es bastante
despistada y lo está pasando muy mal. Problemas graves de salud.-Dije a la vez
que una lágrima resbalaba por mi mejilla debido a lo duro que resultaba para mí
decir esas palabras.
-Yo…, lo siento
mucho. No quería que te pusieras así, si llego a saber que a tu hermana le
había pasado algo no hubiese dicho nada. Lo siento muchísimo.
-No, no se
preocupe si no es su culpa. Usted no sabía nada de lo que le había pasado a mi
hermana su novio tampoco la avisó de que Bianca estaba enferma y no podría
venir a recoger el pedido, pero no se preocupe que cuando esté con él ya le
diré un par de cosillas. –Le dije con la mayor sonrisa que podía mostrar en un
momento tan doloroso para mí.-Bueno, ¿me podría dar el pedido?- Le pregunté a
la vez que me secaba las últimas lagrimillas.
-Sí, cómo no.
Acompáñame. Como pensé que nadie vendría a recoger el libro lo dejé en una
estantería para que así el primero que lo viera lo comprara y la verdad es que
ayer vino un chico guapísimo que estuvo a punto de llevárselo pero me dijo que
vendría hoy por la noche. ¡Qué pena, con lo majo que parecía!
-¿A sí?-Pregunté
tratando de que la señora me contase algo más sobre el misterioso interesado en
la novela.
-Sí, era muy
guapo. Si tuviera tu edad, ¡quién sabe, a lo mejor me hubiese ido a tomar algo
con él! Era tan rubio y tenía unos ojos azules tan bonitos.-La señora vio que
por mis labios se asomaba una sonrisa un tanto picarona y con la intención de
animarme continuó hablando.-Deberías quedarte por aquí para ver si aparece,
seguro que le gustas mucho. Tienes una sonrisa preciosa.
-Pues me encantaría
pero mi amiga me está esperando fuera, así que tengo un poco de prisa.
-Aquí está.-Dijo
parándose en frente de una estantería.
-Deje, ya lo cojo
yo. Por cierto, ¿me podría traer el libro que tiene en el escaparate a la
derecha de todo? Me gustaría echarle una ojeada.
-Sí, por supuesto.
Ahora vuelvo.
Cuando vi cómo la señora desaparecía entre los estantes de libros para dirigirse al escaparate, abrí
rápidamente el libro que tenía en las manos hasta que encontré lo que estaba
buscando, inmediatamente después oí cómo la señora se acercaba, así que guardé
el objeto que había encontrado pegado por la parte de dentro a la contraportada
del libro en mi bolso y me dispuse a fingir que estaba inmersa en las palabras
que componían el prólogo.
-¿Es éste al que
te referías?-Me preguntó la librera.
-Sí, oh…, pero qué despistada soy. Al ver la portada
pensé que era un libro que quería mi padre, pero me he confundido.-Más
mentiras, ¿es que hoy no podía parar de recurrir a ellas para salir de todos
los apuros?-¿Me podría cobrar? Como le dije antes, tengo un poco de prisa.
Salí de la librería después de haberme
despedido de la señora que tan amablemente me había tendido y me dirigí hacia
donde estaba Sara.
-Menos mal, pensé
que no ibas a salir nunca.-Dijo a modo de saludo.
-Ya, yo también
pensé que hasta mañana no conseguiría librarme de ella. Es que me dijo que le
recuerdo mucho a Bianca y que hacía unas semanas que no sabían nada de ella y
ya se estaban desesperando, opté por contarle tan solo una parte de la verdad,
le dije que tenía problemas de salud graves. No quería que esa pobre señora se
sintiese mal.-Bueno, esta vez no había dicho ninguna mentira, sólo había
disfrazado un poco la verdad.
-Ya, pobrecita.
Bueno, ¿nos vamos?
-Sí, por favor.
Necesito un buen baño caliente para despejarme un rato después de haber vivido
este día tan intenso.
Llegué al hotel cuando estaba
anocheciendo, las luces estaban apagadas, no había ni rastro de Nick por
ninguna parte. Rápidamente cogí lo que me había encontrado en el libro que
había encargado mi hermana: unas llaves. Bueno no unas cualquiera sino las que
abrían el pequeño baúl que me había entregado Sara esa misma mañana. Cogí la
caja y con un hábil movimiento de muñeca conseguí abrir la cerradura, al principio
no reaccioné, pero a los pocos segundos me di cuenta de qué significado tenía
lo que había en el interior del baúl. Por desgracia no me pude detener más de
unos cinco segundos a ojear lo que había encontrado porque oí como unos pasos
se dirigían hacia mi habitación. Cerré la caja y la escondí en mi joyero, sabía
que Nick no lo abriría porque para eso necesitaba saber la combinación con la
que se abría el candado y, cogiendo mi bata y mi pijama me dirigí al baño. No
tenía ni tiempo ni ganas de hablar con él, necesitaba estar sola.
Al mismo tiempo en la librería en la que había estado
Miriam hacía unas horas…
Un joven entró en el local, sabía que
faltaban apenas unos minutos para cerrar pero eso era lo que pretendía.
-Buenas
noches.-Saludó amablemente a la dependienta, una señora que debía pasar de los
sesenta años.-Venía a por el libro que vi ayer por la tarde.-Dijo enseñando con
una sonrisa su magnífica dentadura.
-Lo siento mucho,
pero ha venido hoy la hermana de la chica que lo había encargado y se lo ha
llevado.-Dijo la señora un poco triste.
-No se preocupe.
Bueno, que pase una buena noche.-Fingiendo estar afectado por no poder llevarse
el libro se fue de la tienda sin mirar atrás, pero al dar unos cinco pasos se
dibujó en su cara una amplia sonrisa mostrando su felicidad por las palabras que acababa de oír, aunque al llegar a casa tuviese que preparar la
maleta para el viaje que sabía con toda seguridad tendría que hacer. Pero valía
la pena, porque volvería a ver la sonrisa que consiguió enamorarle tan sólo unos años atrás.
POSDATA: Espero que os haya gustado mucho este capítulo, prometo que en el siguiente pasarán muchas cosas ;). Comentad!!!!! Un besazo a tod@s!!!!!