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martes, 15 de enero de 2013

CAPÍTULO 10, UNA VISITA INESPERADA PARTE II


         Abrí el sobre muy despacio, como si quisiese disfrutar al máximo de la sensación que me provocaba saber el mensaje que contenía, pero cuando estaba a punto de abrir la pequeña nota que había encontrado en su interior, alguien llamó a la puerta.
-¿Sí?,-pregunté intentando disimular mi tono de voz agitado debido a la tensión que me provocaba que Nick me descubriera- ¿quién es?- pregunté a la vez que me  levantaba y me dirigía hacia el libro para guardar el sobre en la misma página. Al no obtener respuesta fui rápidamente a abrir la puerta para ver quién había llamado a la puerta, pero al abrirla no vi a nadie. Miré a derecha y a izquierda pero seguía sin ver a nadie y esperé en silencio para tratar de escuchar algo, pero no se escuchaba nada. Sin saber muy bien cómo, mi mirada acabó en el suelo y fue en ese momento cuando me di cuenta de que había una rosa en el suelo. La cogí lentamente y a la vez que la olía una sonrisa se dibujó en mis labios, pero no fue debido a su maravilloso aroma, sino a que me di cuenta de que había una nota atada en el tallo de la flor.
         Después de comprobar durante un rato que no venía nadie, entré en mi habitación, cogí el sobre que había guardado minutos atrás en la página 68 del libro y comencé a leer la nota que había en su interior. Conocía perfectamente esa caligrafía y, por supuesto, a la persona que la poseía. Se puede decir que ambas cosas habían logrado enamorarme hacía exactamente 3 años. Se me vinieron todos sus recuerdos a la memoria los buenos y los malos, aunque la mayoría eran simplemente perfectos, los aparté de mi cabeza y me centré en lo que ponía la nota
.
“Te espero en el mismo sitio de siempre a la misma hora de siempre.”

         Inmediatamente después, casi de forma automática me dirigí a la mesa donde había dejado la rosa cuando había entrado en la habitación, y con una delicadeza infinita desaté el lazo que mantenía fuertemente unida la nota y la bellísima flor que me había regalado. Al leerla me sentí definitivamente convencida de que esa noche iba a ir a la cita que me había pedido. Porque no era otra cosa, era una cita con él o por lo menos eso era lo que daba a entender esta última nota.

¿Te atreves a jugar?


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